lunes, 6 de octubre de 2014

El niño que leyó




Cuando yo era chiquita los niños aprendíamos a leer de manera diferente a los de ahora. Nos pasábamos un montón de tiempo aprendiendo las letras y con aquello tan conocido de "la m con la a, ma" cuando apenas habíamos abandonado los pañales. Yo leía perfectamente a los cuatro años, así que imagino que empecé a conocer las vocales a los tres. Ahora los nenes hacen otras cosas (más divertidas, supongo) y aprenden a leer mucho más tarde, pero en mucho menos tiempo.

El niño del que hablo nació en 1958 y es mi primo Rafa. (No sé nada de él desde hace muchos años, así que por si alguna vez decide poner su nombre en Google, ésto va por ti, Rafael García Gil)

Rafita era un niño con un tirón personal que supongo que no habrá perdido con los años. Su abuelo Rafael le llevaba al colegio cada día, y le compraba cromos en la tienda de Gordillo (una especie de paraiso para los críos en la calle Blasco de Garay, donde vendían golosinas, tebeos y peonzas)

Un día Rafita dijo la frase que todos los niños hemos dicho alguna vez: "yo quiero una bicicleta" y Rafael contestó "cuando aprendas a leer te la compro"

Supongo que el tiempo de aprendizaje se le haría interminable a mi primo, así que un día le dijo a su abuelo "ya sé leer, mira, ahí pone ZA-PA-TE-RI-A"


Rafael le compró la bicicleta, por supuesto, pero no por saber leer, sino por ser un niño listo. El cartel que señalaba su nieto era algo parecido a esto:

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